TrendingPerspectivasLearn

Redes sociales sobre protocolos abiertos

de Metakan

Explorando el potencial de la crypto revolución. Escribo y hablo sobre tecnología, crypto y Web3.

Las redes sociales, se nos presentaron como espacios de libertad y libre expresión, horizontes inexplorados en los que cualquier voz podía encontrar eco. Pero hoy, nos enfrentamos a una realidad desalentadora. Cada post, cada comentario, cada 'like' es controlado por entidades centralizadas, que han hecho de nuestras interacciones su moneda de cambio. Las redes sociales, como las conocemos, están rotas, y se ha convertido en algo muy difícil, el poder abandonarlas. Si te sales, te sientes un poco fuera del mundo. 

Este escenario nos lleva a reflexionar sobre el pasado, sobre las promesas de Internet que parecen haberse desvanecido. En los 80 y 90, Internet nos dotó de la capacidad de compartir datos en tiempo real, desde cualquier rincón del mundo. Este gigantesco lienzo blanco se basaba en la idea de que cualquier persona podría crear, sin barreras ni limitaciones, usando esta tecnología. Y detrás de esta libertad estaban los protocolos, responsables de enviar datos desde un punto A a un punto B, como carreteras de la información. Gmail, por ejemplo, es una simple interfaz que nos permite interactuar con el protocolo SMTP, que actúa como una autopista para nuestros correos electrónicos.

El poderoso encanto de esta estructura radicaba en su apertura, permitiendo a miles de personas y empresas construir sobre ella. Sin embargo, el modelo descentralizado de Internet también planteó retos considerables en la organización de los datos, y es aquí donde las primeras empresas de Internet encontraron su nicho.

Compañías como Google, Twitter, MySpace y Facebook consiguieron domar el salvaje torrente de información, catalogándola y haciendo que fuese accesible para todos. Pero, en este proceso, hicieron de los datos su propiedad, almacenándolos en bases de datos privadas, dando origen a los gigantes centralizados que conocemos hoy.

El modelo de negocio de estas empresas ha evolucionado hacia la extracción de valor de los usuarios, y no hacia la creación de valor para ellos. Con la implementación de técnicas de diseño adictivo y algoritmos manipuladores, las redes sociales han convertido nuestro tiempo en una mercancía para los anunciantes. Este modelo, orientado a la maximización de beneficios a cualquier costo, ha llevado a las redes sociales a convertirse en sistemas de control y censura, lejos de los ideales de libertad y apertura que prometía Internet.

Es por ello que se vuelve crucial cambiar el curso de este viaje. Nuestro espacio público en la red, el lugar donde interactuamos con amigos, familiares y socios comerciales, debe ser un entorno en el que seamos dueños no solo de nuestro contenido, sino también de nuestras conexiones y datos. Para que las redes sociales sean realmente nuestras, necesitamos controlarlas nosotros mismos.

Imaginemos, por un instante, que el correo electrónico, una de las piedras angulares de nuestra sociedad digital, hubiese sido construido no sobre un protocolo abierto, sino sobre una infraestructura centralizada. Imaginemos que una entidad única pudiera dictar qué correos puedes enviar y a quién. No suena nada bien, verdad? Esto, nos lleva a la conclusión de que la estructura tecnológica de las redes sociales, tal y como están construidas, es errónea desde un punto de vista tecnológico y ético. 

Afortunadamente, estamos en medio de un renacimiento tecnológico. Las tecnologías descentralizadas, los modelos de aprendizaje automático y la criptografía avanzada nos permiten soñar con una nueva era de redes sociales. Ya hay visionarios trabajando en soluciones que buscan devolver el poder a los usuarios, redefiniendo las estructuras en las que se basa el “social media”.

La propuesta es audaz: redes sociales construidas sobre protocolos abiertos, donde todos los datos son accesibles para quien desee utilizarlos. De esta manera, no tendríamos una única entidad que controle el contenido, sino múltiples aplicaciones que pueden decidir qué mostrar y qué no, siempre respetando la existencia de los datos a nivel del protocolo. Esto incrementa la competencia y vuelve a centrar el foco en cómo generar valor para el usuario.

El siguiente paso en esta revolución es dejar atrás el modelo de negocio basado en publicidad y construir plataformas que atraigan a los usuarios por su valor, no por su adicción. Si una red social deja de aportar valor, los usuarios deberían tener la capacidad de llevarse sus interacciones, su contenido y sus conexiones a otra red.

En este paradigma, ya no somos meros usuarios o consumidores, sino co-creadores. Volvemos a tener la licencia para innovar y para jugar, para construir el mundo que queremos ver. Pasamos de un sistema de control monolítico a un mundo lleno de posibilidades, construido por todos. De gigantes corporativos a comunidades y micro-redes sociales.

Si nunca has experimentado la censura o la opresión, es posible que todo esto no te parezca tan trascendental. Sin embargo, si nos quitamos nuestras gafas de privilegio y pensamos en las vidas y experiencias de las 8 mil millones de personas que compartimos este mundo, empezamos a ver por qué esta tecnología es tan crucial.

Hay oportunidades ilimitadas que están esperando ser descubiertas y cada vez hay más y más gente interesada en participar. No necesitas el permiso de nadie. Solo tienes un protocolo abierto sobre el que construir. 

Deberíamos de estar luchando por la independencia de la información. Y eso solo será posible si contamos con las tecnologías adecuadas, si conseguimos una visión amplia de los problemas que estamos enfrentando y si decidimos actuar y cambiar esta realidad.

Necesitamos un movimiento en toda regla para cambiar la dirección que estamos tomando, para abandonar el camino que hemos estado siguiendo y empezar a explorar nuevas rutas.

Como sociedad, como individuos, merecemos tener el control de nuestras vidas digitales, merecemos tener el control de nuestras propias conexiones sociales. Y necesitamos protocolos abiertos para crear nuevas redes sociales, para que podamos construir la sociedad digital que merecemos.

La revolución está en camino. Ya está aquí. Ahora es el momento de actuar. Ahora es el momento de construir. No solo para nosotros, sino para las generaciones futuras que heredarán la arquitectura de nuestras acciones. Las redes sociales están rotas, pero estamos en el umbral de una nueva era, una era de verdadera libertad y apertura. Una era en la que somos nosotros los dueños de nuestros datos y nuestro contenido, en la que no somos simples consumidores sino creadores.

Suscríbete a nuestra nueva Newsletter